Este término describe cómo el exceso de internet, especialmente a través de plataformas como TikTok, puede afectar la capacidad de las personas para interactuar en el mundo real.
El fenómeno del “brainrot” o “cerebro roto” se refiere a los efectos negativos de pasar demasiado tiempo consumiendo contenidos online de poco valor. Este término describe cómo el exceso de internet, especialmente a través de plataformas como TikTok, puede afectar la capacidad de las personas para interactuar en el mundo real.
Si has notado que tú o alguien cercano utiliza constantemente referencias de internet en sus conversaciones diarias, como “tiene energía de novio golden retriever” o “enséñamelo, Rachel”, podrías estar experimentando “brainrot”. Este término ha ganado popularidad entre los usuarios de redes sociales, quienes a menudo crean parodias de personas que parecen vivir inmersas en el mundo online.
Ejemplos de este comportamiento se pueden ver en videos de usuarios como Heidi Becker en TikTok, quien utiliza una avalancha de referencias de internet en sus publicaciones. Sus videos reflejan cómo el lenguaje y las tendencias online pueden dominar la comunicación de aquellos afectados por el “brainrot”.
El término surgió en internet en 2007 y ha cobrado relevancia en los últimos años, coincidiendo con el reconocimiento del “uso problemático de los medios interactivos” por parte de investigadores del Hospital Infantil de Boston. El Dr. Michael Rich, fundador del Laboratorio de Bienestar Digital, explica que “brainrot” describe el fenómeno de trasladar la conciencia al espacio online, filtrando todo a través de lo que se publica y consume en internet.
A pesar de los efectos negativos, algunos jóvenes ven el “brainrot” como una especie de medalla de honor. Compiten por pasar más tiempo frente a la pantalla y son conscientes de que su uso obsesivo de internet les afecta, pero no lo suficiente como para detenerlo.
El aumento de esta afección ha llevado a centros como el Newport Institute a ofrecer tratamiento para aquellos con “adicción digital”. Sin embargo, Rich y su equipo en el Laboratorio de Bienestar Digital prefieren enfocar el problema desde una perspectiva de “sano frente a menos sano”, buscando ayudar a desarrollar hábitos más saludables en el uso de internet y el teléfono.
La lucha contra el “brainrot” no se trata de demonizar la tecnología, sino de encontrar un equilibrio saludable. Leena Mathai, estudiante y consejera estudiantil del Laboratorio de Bienestar Digital, señala que tratar de hacer que los jóvenes se sientan mal por usar sus teléfonos solo empeora la situación. En cambio, el objetivo es entender por qué recurren tanto a estas plataformas y ayudarles a encontrar maneras más equilibradas de interactuar con el mundo digital y el físico.