El economista dijo en una entrevista con Infobae que el plan de “emergencia” terminó luego de seis meses, porque está “agotado”, ya que se imponen definiciones más estructurales, con el apoyo del FMI. Su respuesta a las críticas personales que le hace Javier
El economista Carlos Melconian dijo que el Gobierno alcanzó logros importantes al bajar el déficit fiscal y la inflación en los primeros meses de gestión, pero consideró que ahora se impone que establezca un régimen cambiario de mediano plazo, con una convivencia de monedas y desechando en forma tajante la dolarización.“El Gobierno es muy dogmático y necesita pragmatismo en esta etapa, con un esquema cambiario claro”, aseguró el ex titular del Banco Nación y del Ieral de la Fundación Mediterránea en una entrevista con Infobae en las oficinas de su consultora Macroview en el microcentro porteño El economista evitó entrar en una polémica personal con el presidente Javier Milei, quien lo criticó días atrás. — No lo sé y no tengo demanda para explicarlo. Da la impresión, si sigo el relato de las etapas, que la primera fue de emergencia a partir de la muy mala herencia que recibió este Gobierno. Fue un ingenioso plan financiero para bajar la inflación y la brecha cambiaria, pero esta es una etapa que se agotó y lo que estamos viendo es una menor acumulación de reservas en el Banco Central por un aumento en el pago de las importaciones en base a la irresponsabilidad del Gobierno anterior de no pagar nada. En el plano fiscal hubo un espectacular cambio cultural, pero hay que remarcar que el ajuste no lo pagó ni la política ni la casta, sino las jubilaciones, la obra pública y las provincias; entre 25 y 30% fue motosierra y 15% fue bicicleta con las empresas energéticas a los cuales se les pidió quita y pedal.
Es bien sabido que el 20% de las exportaciones van de oferta a los mercados paralelos y que el 40% de las importaciones equivalente, más o menos, a 10 mil millones de dólares no se pagaron. No te podés dar el lujo de seguir perdiendo en el blend y hay que enfrentar una nueva etapa con la necesidad de acumular reservas, que en parte se gastaron para cubrir la irresponsabilidad de la administración anterior. Y falta agregar el impuestazo del impuesto PAÍS, que no va a ser fácil sacar y mantener al mismo tiempo el superávit fiscal. También hace falta decir cómo sigue la lucha para bajar la inflación. Hay que partir de la base de que no era real que íbamos a una inflación del 15.000% en 2023, pero teníamos una del 300% que era muy alta. Y bajó; no importa si ahora da 4 o 5 por ciento, porque mientras exista la necesidad de seguir corrigiendo los precios relativos seguirá habiendo inflación; de lo contrario ocurrirá lo que le pasó a Macri. En suma, se termina la etapa de emergencia.
Melconian resaltó la necesidad de contar con un equipo económico fuerte, que le pueda discutir las ideas al Presidente
— El Gobierno podría argumentar que tanto el mercado como los organismos multilaterales deberían ser más comprensivos con una administración pro-mercado…
— A un gobierno de seis meses ya se le exigen resultados. Pero el Gobierno podría haber dicho que no puede anunciar el plan de estabilización hasta que los precios relativos no estén acomodados. No voy a decir que eso da un tiempo eterno, pero se trata de comunicar a la sociedad argentina que se están acomodando los melones en la caja del camión para luego tener un programa. Pero si vos lanzás el primer día un programa y al tercer mes decís “lo peor ya pasó y la inflación va a seguir bajando”, hay que explicarle a mi tía que éste no es el programa, porque es imposible un programa de estabilidad sostenible en el tiempo sin corregir los precios relativos. Hay que explicar la sustentabilidad en el tiempo.
Es imposible lanzar un programa de mediano plazo sin corregir antes los precios relativos
— Pero se dice que el mercado vota y exige todos los días
— No lo sé, porque yo no soy una persona de trading, de mercado. El ministro ha sido una persona vinculada al trading. Yo sé de macroeconomía.
— Y el anuncio del viernes de Caputo y Bausili, ¿por qué tuvo un impacto negativo?
— Es un asiento contable, no sé por qué cayó mal. Si yo tengo deuda y se la paso a mi mujer, sigue siendo mi deuda; lo mismo pasa con la deuda del Banco Central al Tesoro. En una era de redes sociales, que el Presidente tanto usa, debería haberse anunciado con un comunicado o un mensaje en redes, no generar expectativas altas y luego no cumplirlas.
— Sin embargo Orlando Ferreres dijo que esto era como un plan Bonex.
— Es una definición fuera de lugar.
— ¿Y qué opina sobre las referencias personales del presidente Milei sobre usted?
— No las tomo en cuenta. Primero porque a todos los presidentes, acorde a lo que me enseñaron en mi casa de chico, se los respeta. Segundo porque pasé de ser, según decía él, la persona más inteligente que iba a ser ministro y no lo dejaron porque se opuso Marcos Peña, a ser un fracasado.
— ¿Cómo debería ser esa segunda etapa que mencionó?
— Primero, no hay que entrar en cuestiones contrafácticas sobre qué se podría haber hecho. Hay que decir cómo va a ser la hoja de ruta del proceso de desinflación con mejora de precios relativos, para resolver la cuestión del mercado de cambios y los vencimientos externos. En esta consultora no pertenecemos ni a la escuela fiscalista, que quiere tener superávit fiscal y que se venga el mundo abajo en la parte externa; ni tampoco a la escuela del sector externo ochentista de convivir con un tipo de cambio alto. Hay que avanzar simultáneamente. El tema de los vencimientos no es menor, porque este año son USD 7.000 millones y el próximo USD 22.000 millones; para un país que no tiene acceso al crédito, amerita que lo discutamos para ver cómo conseguimos recursos porque no va a ser vía superávit comercial. Hay que conseguir recursos para ir a comprar dólares o financiamiento en los mercados voluntarios y de los organismos multilaterales. Es un combo.
Melconian dijo que hay que acordar con el FMI, pero sin pedirle dólares para salir del cepo
— ¿Y cuál es la tercera vía entre el fiscalismo y la heterodoxia extrema?
— Tenés que recomponer tu financiamiento externo. En estas circunstancias arrancar por el Fondo Monetario, pero no para ir a pedirle plata para sacar el cepo ni para reforzar reservas, sino que sea la punta de lanza y ver cómo se reestructuran esos USD 45.000 millones que les debemos. El FMI renegocia si se cumple y si no se cumple, también. Y además, vamos a un acuerdo donde el Gobierno mucho no necesita que le digan cuál debe ser el target fiscal, monetario y cambiario, porque se las arregla solo. Y entonces ahí sí, pedirles USD 15.000 millones para renovar esa deuda, capital e intereses. Con eso se abre una ventana de tres años. Ahora, si vos como Gobierno no querés hacer infraestructura con los fondos de los bancos multilaterales, vas a perder reservas, porque esos son recursos que entran al Banco Central y luego se distribuyen. Luego los repagás y quedás en cero, pero si no los usás, vas a quedar en negativo. Y está el tema de la deuda con los bonistas que entraron a la reestructuración de Martín Guzmán: ahí habrá que hacer una reestructuración voluntaria. Para todo esto hace falta que baje más el riesgo país, no que vuelva a subir como estos días.
— ¿Cómo?
— Haciendo las cosas bien. El riesgo no va a ir al nivel de Uruguay, pero puede quedar en 800 puntos básicos y con eso se puede avanzar. Cuanto más le crean al Presidente y el programa mejor funcione, más caerá el riesgo país. Otro eje clave es el régimen cambiario: hay que formalizar la economía bimonetaria con algunos cambios en el Código Civil y pensar en una convivencia de monedas, no en una competencia. Y hay que dejar de hablar de la dolarización porque cada vez que el Presidente habla del tema, no pasa desapercibido. El peso es transaccional y el dólar es un activo financiero de ahorro. Hay que definirlo así, no como competencia, porque sería una competencia entre el Real Madrid contra el Tenerife.
Hay que formalizar la economía bimonetaria, con algunos cambios en el código civil y pensar en una convivencia de monedas, no una competencia. Y dejar de hablar de dolarización
— ¿Eso incluye algún tipo de permanencia de los controles de capitales?
— Es un tema complejo. Hay que tener políticas macroprudenciales como Brasil y otros países. Néstor Kirchner y Roberto Lavagna lo hicieron al poner un límite de compra de USD 2 millones mensuales. Y, a la vez, definir el esquema fiscal definitivo, porque si hay que bajar el gasto fiscal 15 puntos, no se pueden reducir impuestos al mismo tiempo. El régimen cambiario a implementar es uno que va buscando soluciones parciales para hacerlo bien y ordenadamente. En estas condiciones el cepo es ilevantable: hay que pensar en una salida ordenada, en etapas.
— ¿No hay un problema irresoluble mientras el Gobierno le dice al FMI que si no le da más dólares no levanta el cepo, mientras que el FMI le dice que si no le explica cómo se va a levantar no le dará dólares?
— No, al Fondo no le tiene que pedir plata para hacer la reforma que no quiere hacer. No le digo “si vos me das la plata lo hago y si no, no”. Voy con mi plan.
— ¿Ese plan implica flotación administrada o libre del tipo de cambio?
— No, esas son cuestiones para más adelante. Sí hay que ir a un esquema bimonetario y con dos tipos de cambio que convivan un tiempo, comercial y financiero, sin ningún loquito que diga que hay que liberar todo de golpe. No puede haber dogmatismo en este tema, ni de un lado ni del otro.
— ¿El Fondo aceptaría eso conceptualmente, aunque no se le pida plata?
— Es como si voy al Vaticano y quiero colgar una estampita de la Coca Sarli. Posiblemente te digan que la escondas, que la dejes un tiempo y luego la saques, pero no te van a dejar que la dejes para siempre. De todos modos, no creo que se pueda hablar de nuevo dinero con el FMI hasta que termine el actual programa en septiembre ni antes de las elecciones en Estados Unidos.
— ¿Influye tanto esa elección?
— Si Trump no tenía la relación que tenía con Macri, no hubieran acordado darle a la Argentina los USD 57.000 millones que le dieron, aunque después la negociación dura se la dejó al FMI. No es todo lo mismo, aunque se puede ser como Carlos Menem, que jugaba al golf con George Bush pero fue el primero en ir a la asunción de Bill Clinton. Si tu personalidad es ir a reunirte con el rival del actual presidente mientras está la campaña, eso no ayuda.
— ¿Es relevante la discusión sobre el atraso cambiario?
— Definir el tipo de cambio real de equilibrio de mediano plazo en la Argentina es muy difícil. Sí se puede decir que si hay una tasa de deslizamiento cambiario del 2% y una inflación muy superior se pierde casi todo lo que se había ganado. Esa es la foto, pero no necesariamente tiene que ser así para adelante.
— ¿Se necesita un macroeconomista en el Gobierno para avanzar en estas nuevas etapas?
— Se necesita tener un equipo económico, un grupo de personas que compongan el corazón del Gobierno. Personas muy competentes, de mente muy abierta, con gran flexibilidad, pragmatismo, convicciones y con posibilidad de retrucarle abiertamente a su líder. Esa es la mejor forma de no irse a la banquina. Si sos dogmático, te podés ir a la banquina.
— ¿El Gobierno es dogmático?
— El Presidente tiene algunos arranques de ideología pura y se lleva muy bien en su entorno con los que son ideológicamente parecidos o dogmáticos, o con aquellos que eran menos ideológicos pero se hicieron conversos.