El futbolista argentino sancionado por dos años dio detalles jamás contados de la situación que le toca vivir a causa del consumo de terbutalina.
PAPU GÓMEZ fue campeón del Mundo con la Selección Argentina en Qatar, pero al tiempo que celebraba con sus compañeros, se angustiaba por lo que podía ocurrir con su caso de dóping ocurrido en vísperas de esa Copa y que finalmente terminó en dos años de suspensión comunicada en octubre de 2023 por consumo de terbutalina, una sustancia que se encuentra en los jarabes para la tos. Ahora realiza en Italia la puesta a punto para su vuelta y por primera vez dio detalles sobre la situación que le toca vivir y sus sentimientos en el momento que lo sorprendió la amarga noticia. En perspectiva, reflexionó: “La cosa más fácil sería decir: ¿para qué me tomé ese jarabe? O justo me olvidé de avisarle al doctor que me tomé ese jarabe para la tos. Pero siempre digo que las cosas pasan por algo. Muchas veces decía de broma: ‘Si gano el Mundial yo no juego más al fútbol’. Y gané el Mundial y jugué algunos meses más y fui suspendido. Uno tiene que estar muy atento a las cosas que desea, porque la vida te las puede devolver siempre a su manera”.
“Fue horrible. Creo que es de lo peor que le puede pasar a un deportista, salvo una lesión importante: un caso de doping. En mi caso viviendo el mejor momento de mi carrera, por estar en una final de un Mundial, abro el correo de mail y veo CELAD. Veo el email ahí: Alejandro Gómez, CELAD, antidoping, positivo, terbutalina. Digo, ¿qué es esto? No entendía nada”, relató en una entrevista con el medio español Relevo. Y continuó: “Cuando le pregunto al doctor qué era ‘terbutalina’, me dice que generalmente está en los jarabes para la tos. Inmediatamente voy a preguntar a mi mujer si había algún jarabe de tos en casa que tenga esta sustancia. Y sí, había un jarabe para la tos que se llama Flutox. Y ahí me di cuenta que me había tomado el jarabe del nene. Y bueno, ahí te juro que enfermé”.
Lo de la enfermedad fue literal ya que un par de días antes de la final con Francia se sintió muy mal, “con fiebre, pensando en qué podía llegar a pasar. No sabía si me iban a suspender en el momento, si cuando pisara el campo en la final o después. No tenía ni idea. Ahí empezó el proceso burocrático con los abogados y CELAD (Comisión Española para la Lucha Antidopaje en el Deporte)“.
Papu reconoció que “en el momento no quise decir nada porque no me parecía justo y sería de mi parte muy egoísta con el partido más importante todas nuestras carreras decir algo así, no había que correr el foco de esta situación y el partido. Después sí se lo comuniqué al técnico, al doctor y a algunos compañeros con los que tenía más confianza”.
“Cuando terminó el partido tenía la sensación de felicidad por haber conseguido el título y, por el otro lado, el vacío de esa incertidumbre de no saber qué iba a pasar con mi futuro. Un campeón del mundo que iba a salir en las noticias: la gente piensa cualquier cosa con este tema del doping, piensa que uno se droga y al final no tiene nada que ver”, continuó.
El volante destacó la actitud del entrenador Albiceleste, ya que “Scaloni me llamaba cada dos o tres meses, me escribía preguntando cómo iba todo, si había novedades. Siempre se mostró muy cercano a mí, siempre se preocupó por todo, se mostró muy solidario y es una de las personas que siempre estuvo muy pendiente de todo”.
Papu Gómez destacó la actitud de Scaloni, quien siempre se preocupó por su situación.
En cambio, en su club de ese momento, Sevilla, la cosa fue totalmente al revés: “Me deja ciertas dudas, esto lo sabía Monchi, esto lo sabía el presidente, José María del Nido junior. Yo sé que los abogados míos quisieron hablar con los abogados del club y me cerraron las puertas en ese momento. Ellos me comunicaron que ellos no se hacían cargo de nada, que me dejaban completamente solo en esta situación”.
El futbolista argentino surgido de Arsenal reconoció que “sabíamos que iba a explotar una bomba, fue un momento feo, duro, sobre todo porque te explota el teléfono. Yo me lo estuve guardando por diez meses y todo ese proceso interno fue horrible porque jugué diez meses al fútbol y todos los días me levantaba pensando: ‘bueno, hoy me van a suspender’. Eso fue un dolor por dentro muy muy grande. Dormía poco, me levantaba a las 4 o 5 de la mañana todas las noches, me costaba respirar con ataques de ansiedad”.
Por último se refirió a la pena en sí misma: “No logro entender por qué tanta maldad conmigo. Yo no quiero ir de víctima ni nada. Yo el error lo cometí, yo el jarabe me lo tomé, pero no por eso me tengo que comer dos años suspensión”.