El organismo consideró que el ajuste del tipo de cambio, aunque necesario, tendrá un fuerte impacto en los precios. Pese a eso, pretende un nuevo incremento en las facturas de los servicios para todos los sectores sociales y mayor control del gasto.
El FMI reconoció que la devaluación de 22% que impulsó sobre el tipo de cambio tendrá un efecto nocivo sobre los precios y anticipó que la inflación rondará el 10% en agosto. Sin embargo confía en que vuelva a la zona descender hacia fin de este año.
“Tras la devaluación nominal, se proyecta que la inflación salte inicialmente de alrededor del 6% en julio a alrededor del 10% mensual en agosto y disminuya a menos del 5% para fines de 2023″, estimó el organismo.
Así se desprende del reporte del staff del FMI sobre la Argentina, que se publicó este viernes, luego de la aprobación de la quinta y sexta revisión del acuerdo con el país. De todos modos, según el organismo, el traspaso de la devaluación a los precios será limitado porque “gran parte” de las mercaderías ya se valoran hoy según el valor del dólar paralelo.
Aunque el FMI alertó sobre el aumento de precios, dijo que será fundamental mantener la disciplina fiscal para que la Argentina alcance el objetivo de déficit en 1,9%. Para llegar a esa meta, la entidad pidió un nuevo ajuste de tarifas que alcance no solamente a los sectores de altos ingresos, sino también a los de medios y bajos, así como a los usuarios comerciales.
LEVANTAR EL CEPO
El organismo que conduce Kristalina Georgieva volvió a pedir por la simplificación cambiaria, en la que el Gobierno avanzó a medias desde la última revisión.
“Los esfuerzos para armonizar el régimen cambiario siguen siendo esenciales y serán una parte importante del programa en el futuro. A pesar del realineamiento del tipo de cambio, el número de tipos de cambio efectivos sigue siendo elevado”, consideraron los técnicos del organismo.
La entidad sostuvo que las últimas adiciones al menú de precios del dólar (el de exportaciones, los de importaciones de bienes y de servicios, entre otros) pueden ayudar a contener temporalmente la salida de capitales, remarcó que no sustituyen a las buenas políticas macroeconómicas.
“Serán esenciales mayores esfuerzos para racionalizar el complejo sistema cambiario y reducir la dependencia de medidas cambiarias administrativas (bajo el sistema SIRA/SIRASE) para mejorar la asignación de recursos y evitar el uso excesivo de la discrecionalidad (y posibles abusos) en la asignación de licencias no automáticas de importación”, añadieron.
En ese sentido, el FMI destacó que, durante la duración del programa se eliminarán, en lo posible, las medidas temporales que lleven a múltiples tipos de cambio. Luego de no cumplir con el objetivo de empezar a desarmar el cepo cambiario en junio de este año, el organismo acordó en posponer esa meta hasta marzo de 2024.
“Para respaldar esto, la estrategia para deshacer los controles cambiarios se ha reprogramado para fines de marzo de 2024 como un nuevo punto de referencia estructural. El personal técnico y las autoridades esperan que la implementación comience en 2024 condicionada a un fortalecimiento de las reservas externas y una reducción de los desequilibrios macroeconómicos subyacentes”, sostuvo el staff del Fondo.