El destino lo puso a prueba y respondió a la altura. ¿Puede ilusionarse con continuar en su cargo?

CLAUDIO ÚBEDA no tenía pensado que el destino le pusiera por delante la oportunidad más importante de su carrera como entrenador. Su camino comenzó en 2007 con Huracán y siguió en Independiente Rivadavia, Boca Unidos de Corrientes y Magallanes de Chile. Incluyó, además de interinatos en Racing, un un poco exitoso ciclo con la Selección Argentina Sub 20, hasta que en 2021 se sumó al equipo de trabajo de Miguel Ángel Russo.
Fue con el fallecimiento de Miguel que de sopetón saltó desde su lugar como ayudante de campo al de conductor absolutode Boca, aunque antes del trágico suceso, ya con el responsable máximo en el último tramo de su enfermedad, le tocó dar las órdenes en la derrota con Defensa y Justicia 2-1 en Florencio Varela y en la goleada 5-0 ante Newell’s en la Bombonera.

Ante el fallecimiento de Russo, Úbeda tomó la responsabilidad total.
A partir del duelo con Belgrano, también en el templo Azul y Oro, asumió de manera total la responsabilidad secundado por el otro ayudante, Juvenal Rodríguez, aunque se trató de un inesperado tropiezo por 2-1.
El Sifón no se amilanó e hizo un trabajo de artesano en los entrenamientos: poco a poco, con perfil bajo y sin “locuras” en las formaciones. Prefirió no tocar demasiado y de manera muy paulatina ir haciendo prevalecer sus ideas en un grupo de jugadores que lo aceptó como cabeza y valoró su temple para tomar el fierro caliente. Con la anuencia del presidente Juan Román Riquelme y la ausencia de entendibles rumores sobre supuestos candidatos fuertes a heredar el puesto de Russo, Úbeda tuvo tranquilidad para llevar adelante su trabajo, que comenzó a dar sus frutos con la victoria 3-1 contra Barracas. Luego de un primer tiempo para el olvido, el nuevo DT metió un revulsivo al ordenar el ingreso en el entretiempo de Exequiel Zeballos por Williams Alarcón, lo que le cambió la cara al equipo no sólo en ese cotejo sino en el siguiente: otra victoria contra Estudiantes, en La Plata.
La prueba de fuego llegaría el pasado domingo, con una Bombonera expectante por partida doble: quería ganar el Superclásico contra River y también sellar la clasificación a la Copa Libertadores de 2026 tras dos años de ausencia en el máximo torneo continental. El 2-0 lapidario que podría haber sido más amplio por lo hecho en el complemento instaló la euforia en Brandsen 805 y la satisfacción del deber cumplido en el corazón de Úbeda, siempre agradecido con su maestro, Miguel Russo.
“Me emocioné mucho porque vi la bandera de Miguel, sabía lo importante que para él y para todos nosotros era poder entrar en la Copa Libertadores. Es imposible no emocionarse y acordarse de él, estamos tratando de honrar todo lo que aprendimos”, manifestó con humildad luego de consumado el enorme éxito contra el Millonario.Como si faltara algo para consolidarlo y hacerlo soñar con la posibilidad de un futuro firme en 2026, llegó la unción nada menos que del capitán y símbolo de Boca, Leandro Paredes, que no escatimó en elogios: “Estamos felices porque Úbeda lo está haciendo muy bien. Lleva un grupo de personas adelante, es muy cercano al jugador. Tenemos una relación parecida a la de Lionel Scaloni en la Selección Argentina. Ojalá que los resultados sean parecidos. Eso lo dirá el tiempo”, manifestó. ¿Cómo no ilusionarse con la continuidad con semejante apoyo? Sin embargo, la euforia no le corre el foco a un hombre medido. “Vivimos el día a día, queremos lograr todos los objetivos que tiene Boca por delante. Ojalá los alcancemos y el tiempo después dirá”, afirmó, ya con los playoffs del Torneo Clausura entre ceja y ceja y la posibilidad concreta de coquetear con un título de forma tan repentina como se dio su chance de asumir una responsabilidad tan grande para la que hasta el momento demostró coraje y equilibrio.
