Ángela contó que se lleva a Gloria Romero de Resistencia, al menos, por un mes.
Hasta hace tres meses, Ángela Strzyzowski (26) tenía una vida a la que describe como “normal”. Iba a trabajar, salía con amigas y podía caminar por el centro de Resistencia con cierto anonimato, más allá del saludo de algún vecino o conocido. Tras la desaparición y el femicidio de su hermana Cecilia, la vida que conocía se acabó. “Ya no ando por la calle. Si tengo que ir al supermercado, voy con custodia”, cuenta. Es la primera vez que habla y no duda en explicar que decidió evaluar una propuesta laboral en otra provincia. Irse. Lo hará este jueves, pero no viajará sola: su madre, Gloria Romero, la acompañará.
“Me voy de Chaco para llevarme a mi mamá. No quiero que se quede acá. Está con un nivel de exposición muy alto y hay muchas personas que la insultan y la acosan en las redes sociales. No quiero que esté expuesta a todo eso y la única manera es protegerla es llevándomela”, detalla Ángela y asegura que su decisión “no tuvo nada que ver” con las elecciones de este domingo, donde el gobernador Jorge Capitanich buscará su reelección.
“La fecha fue una casualidad. Se trata de una oportunidad de trabajo que decidí aprovechar, básicamente, por una cuestión económica. Me voy por tiempo indefinido. Mi mamá viene conmigo el primer mes”, dice la joven, de profesión médica.
La entrevista es una excepción. Desde la desaparición de Cecilia, y la posterior investigación por el femicidio del que acusan a los dirigentes sociales Emerenciano Sena y Marcela Acuña; a su hijo, César Sena, y a otras cuatro personas, Ángela eligió mantenerse alejada de los medios. Decidió hablar ahora para “proteger” a Gloria y revela: “Estoy cansada de que inventen cosas. Dicen que no nos crió, que era una mala madre. Mi mamá estuvo siempre para nosotras”.
Durante la entrevista, Ángela está sentada junto a Gloria en su casa del barrio 120 Viviendas CGT. Afuera, como desde hace 90 días, hay presencia policial. Por las guardias médicas que hace, no son muchas las noches que coincide con su madre. Cuando eso sucede, aprovechan para mirar un capítulo de la serie “Bridgerton” (Netflix). El ritual lo instalaron hace poco para distraerse y volver lentamente a la “normalidad”.
“En lo personal, trato de mantenerme alejada de las noticias. Casi todo lo que me entero, me lo entero porque me lo cuenta mi mamá. Pregunto poco y me dedico a trabajar. Mi escape fue el trabajo. Mientras trabajo no soy ‘la hermana de Cecilia’ sino, simplemente, una empleada más”, dice Ángela.
Y agrega: “Como cualquier cambio, me da lástima dejar mi ciudad, pero es lo que siento que tengo que hacer. Mi tía abuela, Mercedes, no quería que me fuera pero bueno… Por el momento, es temporal: si después se hace permanente, me la llevaré conmigo”.
Ahora Gloria toma el teléfono y hace algunas aclaraciones. Ella también quiere proteger a su hija. Por eso prefiere mantener en secreto el destino al que viajarán. Tampoco accede a enviar una foto de ellas, la que encabeza esta nota es de marzo de 2023. “La ‘Chiqui’ (como le dice cariñosamente a Ángela) no está ni parecida a lo que era. Cambió su aspecto para mantenerse un poco más en el anonimato”, describe.
Y sigue: “Yo me sigo moviendo con custodios. Hace meses tuvieron que bloquearme del teléfono las llamadas de los números privados porque me amenazaban. Me han llegado a decir: ‘Sabemos que tenés otra hija’”.
Acerca del viaje, la mujer asegura que si Ángela decide quedarse con su nuevo empleo, venderá su casa y se irá con ella. “Por el momento solo voy para acompañarla el primer mes. No estaré para las elecciones”, sostiene.
Gloria todavía está “movilizada” porque hace unos días tuvo que regalar a los perros de Cecilia. “La que los cuidaba era mi tía abuela, Mercedes, pero estuvo mal de salud y ya no puede hacerse cargo. A mí me hubiera encantado quedármelos, pero tengo más de diez gatos y la convivencia es inviable. Si bien están cerca de mi casa y puedo visitarlos, entré en una crisis. Carmela era como la hija de Ceci”, revela.
“Todo este año fue una pérdida tras otra. Mi mamá biológica, la abuela de Ángela, murió el 29 de marzo. Yo no tenía una relación muy íntima con ella porque a mí me crió Mercedes, que es la hermana de mi mamá y mi madrina; pero para Ángela fue una buena abuela, una abuela cariñosa y orgullosa de su nieta médica. Dos meses después pasó lo de Cecilia”, se lamenta.
La charla llega a su fin. Ahora madre e hija ultiman preparativos para salir de Chaco en busca de un poco de paz mental. “Queremos pensar que nos va a hacer bien a las dos”, se despiden.