Un estudio científico y cinco especialistas consultados por Infobae coinciden en que un buen descanso permite, entre otras cosas, procesar y regular las emociones, como las que generan tristeza o producen ansiedad. Los detalles
Cada noche, cuando el sol se retira y las luces se desvanecen, nos sumergimos en un mundo en el que la mente y el cuerpo convergen en un proceso vital: el sueño. Durante este período, los órganos y los procesos internos del organismo siguen activos y cumplen una función esencial en el equilibrio de nuestro ser. Es en estos momentos de aparente quietud cuando, entre otras cosas, las células se regeneran, los sistemas se recalibran y el cerebro reelabora las experiencias del día. De esta manera, el acto de dormir no solo representa un descanso para el cuerpo fatigado, sino también una oportunidad para procesar información y prepararse para enfrentar las demandas del nuevo amanecer. Otro de los beneficios del sueño, para muchas personas, es que permite morigerar el estrés y la angustia, tal como coinciden un reciente estudio científico y los expertos consultados por Infobae.
“El descanso adecuado ayuda a reducir toda la activación fisiológica asociada con la angustia, es decir la frecuencia cardíaca y la tensión muscular. Todo eso mejora al descansar y lleva a sentir una sensación de calma. Además, hay una mejor regulación emocional porque durante el sueño, el cerebro procesa y regula las emociones, lo cual puede aportar para disminuir la intensidad de la angustia”, introdujo, en diálogo con Infobae, el neurólogo Alejandro Andersson, director médico del Instituto de Neurología Buenos Aires (INBA).
“El sueño puede ofrecer un descanso mental para distraer u olvidar los pensamientos negativos, siempre y cuando la persona duerma bien, porque si uno se mantiene despierto y no logra evadir un pensamiento, es un problema. El descanso adecuado es fundamental para la recuperación física y mental, es decir para estar descansado. Si estás descansado, las cosas te afectan de otra manera o no te afectan”, agregó Andersson. Para el neurólogo, “el sueño mejora la concentración y el enfoque, lo que permite manejar mejor los pensamientos angustiantes. También brinda una mayor capacidad de afrontamiento, porque estar cansado es una cosa y tener energía para enfrentar los problemas es otra. Dormir bien mejora el estado de ánimo en general, y si estás anímicamente bien, es más difícil angustiarse”.
“El descanso, por supuesto, juega un papel importante en el manejo de las emociones a nivel neurológico. Tiene que ver con el funcionamiento del sistema límbico, que es fundamental en todo el procesamiento de las emociones y durante el sueño, particularmente el sueño REM [NdeR: una fase que participa en el proceso de almacenamiento de recuerdos y aprendizaje y también ayuda a equilibrar el estado de ánimo, según los NIH]. Hay cambios en la actividad de las estructuras límbicas que influyen en la forma en que se procesan y se regulan las emociones, lo cual es beneficioso”, siguió Andersson.
Sueño y regulación emocional
En 2024, una investigación publicada en la revista Nature planteó que hay vínculo fundamental entre el sueño y lo que los autores llamaron “el manejo del estrés emocional”.
Si bien hay quienes podrían argumentar que esta conexión es una noción ya conocida, los expertos han profundizado en los mecanismos subyacentes que explican por qué una buena noche de sueño es crucial para la salud mental en momentos de tristeza. El equipo a cargo del trabajo cuenta con especialistas de la Universidad de Ámsterdam, la Universidad de California, la Universidad VU de Países Bajos y la Universidad Macquarie, de Australia.
“Analizamos estudios de neurobiología, neuroquímica y psicología clínica para obtener una comprensión real de los mecanismos subyacentes a cómo el sueño nos ayuda a lidiar con nuestros recuerdos emocionales”, contó uno de los autores, Rick Wassing.
Mantener una rutina de sueño regular y asegurar una cantidad adecuada de descanso es esencial para regular el estado de ánimo y reducir la ansiedad (Imagen Ilustrativa Infobae).
Y precisó junto a sus colegas que la forma en que se regulan ciertos neuroquímicos como la serotonina y la noradrenalina durante el sueño es crucial para el procesamiento de los recuerdos emocionales.
“La serotonina participa en muchos, si no en casi todos, los aspectos del aprendizaje de experiencias emocionales. Nos ayuda a evaluar y comprender el mundo que nos rodea. La noradrenalina tiene que ver con luchar o huir: nos permite evaluar y responder al peligro. Ambos se desactivan durante el sueño de movimientos oculares rápidos (REM) y eso crea esta oportunidad realmente hermosa para que el cerebro participe en procesos que de otro modo no serían posibles cuando estamos despiertos”, planteó Wassing.
De acuerdo con estos expertos, durante la fase del sueño REM, el cerebro revive determinados recuerdos recientes, que pueden ser angustiantes en algunos casos, como si estuviera reproduciendo un resumen de lo que ocurrió cuando se experimentaron, pero sin las sensaciones de estrés o de tristeza propias de la circunstancia.
El procesamiento de la memoria emocional durante el sueño implica dos regiones cerebrales principales: el hipocampo y la amígdala. De acuerdo a lo consignado por estos especialistas, el hipocampo se encarga de agregar y catalogar información nueva, mientras que la amígdala, especialmente activa durante experiencias emocionales, está involucrada en la respuesta al peligro y la evaluación del entorno.
Durante la fase del sueño REM, el cerebro revive determinados recuerdos recientes (Imagen Ilustrativa Infobae)
Durante el sueño REM, el cerebro reactiva estos recuerdos, permitiendo que sean procesados de manera más objetiva, sin la influencia de la respuesta física al estrés. Este proceso, esencial para el mantenimiento de la salud mental a largo plazo, destaca la importancia del sueño de calidad en la regulación emocional.
En última instancia, el estudio subraya la importancia de reconocer el sueño como un componente fundamental de la salud mental. Dormir bien no solo es reparador para el cuerpo, sino que también desempeña un papel vital en el procesamiento y la regulación de las experiencias emocionales, entre las cuales se encuentran aquellas asociadas a la tristeza.
En un artículo institucional de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Óscar Próspero Garcia, investigador del Departamento de Fisiología de la Facultad de Medicina, destacó: “Mientras dormimos se liberan algunos jugos del cerebro, como a mí me gusta denominarlos, que técnicamente les llaman neurotransmisores, pero también se degradan otros que este órgano no necesita durante la vigilia y por eso en el dormir los degradamos, los quitamos y el cerebro, por decirlo así, se limpia de impurezas mientras estamos dormidos y eso hace que el aparato mental funcione mejor”.
La dificultad para dormir puede estar relacionada con estados afectivos alterados o situaciones de angustia, siendo el insomnio parte de esta problemática (Getty)
“Dormir bien nos permite tener buen humor, estar atentos y tomar mejores decisiones, mientras que al dormir mal estamos enojados, sensibles, intolerantes, y cometemos errores de juicio que pueden trascender y ser muy graves. Dormir debe considerarse como una inversión que está directamente relacionada con nuestra buena salud; las primeras consecuencias de no dormir están en el deterioro de los procesos cognitivos como lo es el razonamiento, la toma de decisiones y la memoria”, dijo Próspero García.
En tanto, consultado por Infobae, el neurólogo Daniel Álvarez, jefe de las Unidades de Patologías del Sueño de la Clínica Universitaria Reina Fabiola e Instituto Lennox de la ciudad de Córdoba, Argentina; agregó: “Las situaciones de ansiedad y de cambios en el estado de ánimo, si se hacen crónicas, tienen repercusiones en el sueño”.
“Está demostrado que los pacientes con ansiedad constante pueden desarrollar insomnio: se acuestan y tardan mucho en dormirse. Mientras aquellos con depresión tienen una variante que llamamos despertar precoz: se duermen, pero después de tres o cuatro horas se despiertan y no pueden volver a conciliar el sueño. Todo factor emocional que modifique el estado anímico tiene repercusiones sobre la calidad del sueño”, explicó Álvarez.
El espacio del sueño es una íntima dimensión de la vida psíquica del sujeto (Getty)
Al tiempo que remarcó: “En estas situaciones de ansiedad o de depresión, es bueno comenzar a darle importancia a otros aspectos y no al sueño como un elemento clave para conseguir la inhibición de ese pensamiento angustiante, que se retroalimenta en base a la preocupación por no dormir. De ahí que podemos pensar que en la medida en que una persona tiene un buen descanso, va a poder inhibir también las situaciones de ansiedad durante el día”.
“Si yo tengo un buen sueño, también tengo una capacidad mayor de soportar el estrés, la ansiedad y mantener un mejor estado de ánimo. Si logro mantener un buen sueño, mis estados emocionales tendrán mejores capacidades”, postuló Álvarez.
Por su parte, el psicólogo Alexis Alderete, especialista en trastornos de ansiedad y entrenamiento en habilidades, le dijo a Infobae: “La manera que han encontrado algunas personas de regular la tristeza, es decir controlar la intensidad, cuándo y cómo la expresan, es llegar a su casa y tirarse en la cama para tener un sueño reparador. Han aprendido que su malestar desaparecerá luego de un dormir placentero y que han tenido suficiente lucha por el día. El sueño, entre las diversas funciones que tiene para nuestro cuerpo, cumple un papel fundamental en la regulación de las emociones, ya que el cerebro procesa y consolida las experiencias que fuimos atravesando durante el día”.
El sueño no solo representa un descanso para el cuerpo fatigado, sino también una oportunidad para procesar información y prepararse para enfrentar las demandas del nuevo amanecer (Imagen ilustrativa Infobae)
“Hay quienes, durante su vida, han encontrado que dormir puede ser un gran alivio de las problemáticas que están atravesando, ya que cuando nos sentimos tristes y nos acostamos comunicamos al resto que estamos necesitando ayuda. Que alguien se acerque a ofrecernos ayuda o simplemente escuchar unas palabras de consuelo es un gran aliviador del malestar. En tanto, algunos individuos, como cuando eran chicos que acudían a su cama luego de experimentar problemas que no podían resolver, en la vida adulta se van dormir para obtener el mismo beneficio de consuelo y sentirse seguras, encontrando paz y comodidad”, planteó Alderete.
A su turno, el neurólogo Santiago Tizio, jefe del área de Neurología del Hospital Español de La Plata, reflexionó en diálogo con Infobae: “El sueño juega un papel fundamental en la salud mental y emocional, así como en el manejo de los trastornos de angustia. Estos trastornos pueden ser exacerbados por la falta de sueño adecuado. El sueño reparador es esencial para regular las emociones y mantener un equilibrio psicológico”.
“La falta de sueño puede exacerbar los síntomas físicos asociados con los trastornos de angustia, como la tensión muscular o la fatiga, lo que a su vez puede aumentar la sensación de malestar y desencadenar episodios de tristeza. Mantener una rutina de sueño regular y asegurar una cantidad adecuada de descanso resulta de vital importancia para ayudar a regular el estado de ánimo, reducir la ansiedad y mejorar la capacidad para hacer frente a situaciones estresantes”, indicó Tizio.
Dormir bien tiene múltiples beneficios para la vida cotidiana e impulsa el buen humor, según especialistas (Getty)
Finalmente, la doctora Estela Allam, psicoanalista, psiquiatra y miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina, apuntó: “Dormir puede ser un lugar de desconexión de los estímulos de la vida cotidiana y también de conexión con los sueños. Para el psicoanálisis, los sueños son una vía privilegiada para descubrir el inconsciente, los conflictos internos y los deseos reprimidos. Estos reflejan parte de nuestra vida emocional y su análisis nos permite acceder a nuestro inconsciente y comprender mejor nuestras emociones y pensamientos más profundos”.
“Muchas veces —amplió Allam—, dormir está dificultado cuando hay un estado afectivo alterado o cuando hay situaciones de angustia. El insomnio es parte de esta problemática. Algunos creen que durmiendo se resuelve algo, que es el remedio para aliviar la angustia o el estrés, pero puede ser al revés: puede haber un despertar muchas veces reiterado y angustioso. También el descanso puede funcionar como evasión del sufrimiento evidenciando la dificultad para afrontar el problema real y manteniendo el malestar en el tiempo”.
“Es frecuente escuchar ‘quiero seguir durmiendo’ o ‘dormir para no sufrir’. El psicoanálisis apuesta a cierta cuestión de que el dormir no sea un escape, todo lo contrario, usamos los sueños que tiene que ver con el dormir profundo para elaborar los conflictos inconscientes. El espacio del sueño es una íntima y particular dimensión de la vida psíquica del sujeto. Es fundamental el descanso para enfrentar la vida cotidiana y estar pleno para recuperar la escena del día”, cerró la psiquiatra y psicoanalista.