El Sumo Pontífice hizo referencia a la desaparición del niño correntino, en medio de un discurso sobre la trata de personas y la explotación infantil en el mundo.
La Audiencia General de este miércoles en el Vaticano estuvo dedicada a los más pequeños. En ella no faltó un espectáculo circense, la irrupción improvisada de dos niños y un contundente mensaje del Papa Francisco en contra de todo tipo de maltrato infantil.
En especial, el Santo Padre quiso llamar la atención sobre un caso que ha conmocionado a su país, Argentina. Se trata del pequeño Loan Danilo Peña, un niño de 5 años desaparecido en la provincia de Corrientes desde el pasado 13 de junio y cuyo paradero aún es desconocido.
“Un niño llamado Loan ha sido raptado y no se sabe dónde”, señaló el Papa Francisco a los fieles y peregrinos presentes en el Aula Pablo VI.
A continuación, explicó que “una de las hipótesis” es que ha sido víctima de la trata de personas. “Y esto se hace. Lo saben bien, esto se hace. Algunos regresan con la cicatriz, otros mueren. Por eso yo quiero recordar hoy a este niño, Loan”, indicó el Santo Padre.
El pasado mes de noviembre, los padres del niño desaparecido, María Noguera y José Peña, escribieron una carta al Papa Francisco en la que le pidieron recibirlos en el Vaticano y rezar por su hijo desaparecido.
“El maltrato infantil es un acto despreciable y atroz”
En este contexto, denunció la situación en la que se encuentran cientos de millones de menores, “expuestos a trabajos especialmente peligrosos”, en particular aquellos que “son esclavos de la trata para la prostitución o de la pornografía y de los matrimonios forzados”.
“El maltrato infantil, sea cual sea su naturaleza, es un acto despreciable y atroz. No es simplemente una lacra de la sociedad y un crimen; es una gravísima violación de los mandamientos de Dios. Ningún niño debería sufrir abusos. Un solo caso ya es demasiado”, aseveró el Pontífice.
Por ello, remarcó que es necesario “despertar las conciencias” y crear sinergias “entre quienes se comprometen a ofrecerles oportunidades y lugares seguros en los que crecer serenos”. hacer a los niños. Esclavizan a los niños para una recolección.
Las pobrezas difusas, continuó el Pontífice, “la escasez de herramientas sociales de apoyo a las familias, la marginalidad que ha aumentado en los últimos años junto con el desempleo y la precariedad laboral son factores que cargan sobre los niños más pequeños el precio más alto a pagar”.
“En las metrópolis, donde ‘muerden’ la fractura social y la decadencia moral, hay niños que se dedican al tráfico de drogas y a las más diversas actividades ilícitas”, señaló el Papa Francisco antes de lamentar que “a menudo miramos hacia otro lado”.
Recordó que “Jesús nos quiere a todos libres y felices”, y que “ama a los más pequeños con toda la ternura de su corazón”.
“Por eso nos pide que nos detengamos a escuchar el sufrimiento de los que no tienen voz, de los que no tienen educación. Luchar contra la explotación, especialmente la infantil, es la manera de construir un futuro mejor para toda la sociedad”, reiteró.
Somos cómplices “cuando compramos productos que emplean mano de obra infantil”
Tras exponer la realidad a la que se enfrentan estos niños, invitó a los fieles a no convertirse en cómplices del trabajo infantil, lo que ocurre “cuando compramos productos que emplean mano de obra infantil”.
“¿Cómo puedo comer y vestirme sabiendo que detrás de esa comida o de esa ropa hay niños explotados, que trabajan en vez de ir a la escuela? Tomar conciencia de lo que compramos es un primer acto para no ser cómplices. Miren de dónde vienen esos productos”, pidió el Santo Padre.
Afirmó en este sentido que “cada uno puede ser una gota que, unida a muchas otras gotas, puede convertirse en un mar” y exhortó a las instituciones, incluidas las eclesiásticas, a marcar la diferencia “dirigiendo sus inversiones a empresas que no utilicen ni permitan el trabajo infantil”.
También dirigió una particular invitación a los periodistas, para que cumplan con su parte: “pueden contribuir a concienciar sobre el problema y ayudar a encontrar soluciones. No tengan miedo, denuncien estas cosas”.
Por último, dio las gracias “a todos aquellos que no miran hacia otro lado cuando ven a niños obligados a convertirse en adultos demasiado pronto”.
A modo de conclusión, recordó a Santa Teresa de Calcuta y aseguró que “con la ternura y el cuidado de su mirada, ella puede acompañarnos a ver a los pequeños invisibles, los demasiados esclavos de un mundo que no podemos abandonar a sus injusticias”.
A continuación, leyó el texto de la santa misionera titulado ¿Puedo contar contigo?:
“Pido un lugar seguro
donde pueda jugar.
Pido una sonrisa
de quien sabe amar.
Pido el derecho a ser un niño,
a ser esperanza
de un mundo mejor.
Pido poder crecer
como persona”.
Al finalizar su catequesis, el Papa Francisco y los fieles que participaban en la Audiencia General disfrutaron de un espectáculo circense. Para el Pontífice, “el trabajo del circo es humano, es arte” y requiere “mucho esfuerzo”.
Por último, el Santo Padre pidió por la paz en Myanmar, Palestina, Israel y otros países que sufren conflictos armados. Además, reiteró que “la guerra es siempre una derrota” e invitó a orar “por la conversión del corazón de los fabricantes de armas”.