El Millo y el Pincha estuvieron en terapia intensiva y se quitaron el respirador de manera inesperada para seguir vivos para las revanchas en la Libertadores.

EN LA PREVIA de los cuartos de final de la Copa Libertadores se habló mucho de las diferencias entre los planteles brasileños y argentinos, sobre todo por los choques entre ambos que presentaba la serie: River–Palmeiras y Estudiantes–Flamengo.
Se trazaban panoramas en los que unos aparentaban una superioridad incontrastable en cuanto a planteles conformados con un presupuesto infinitamente superior. El dinero no es un impedimento para los representantes de Brasil y así el Verdao y el Mengao gastaron decenas de millones de dólares para conformar equipos incluso con figuras en plenitud en Europa que decidieron pegar la vuelta.
Bajo esas condiciones, en un principio ambas llaves parecieron cumplir con lo previsible e incluso superar la imaginación. Tanto Palmeiras como Flamengo fueron infintiamente superiores a River y a Estudiantes en los primeros tiempos. Su calidad de juego, potencia y estado físico redujeron a la mínima expresión a sus oponentes y tuvieron la goleada a su merced.
Los de San Pablo hicieron pata ancha en el Monumental y en los primeros 45 minutos dieron una verdadera exhibición. Se fueron al entretiempo 2-0 con la sensación de que podrían haber aumentado la ventaja y directamente liquidar el pleito.

Palmeiras tuvo un primer tiempo de exhibición contra River en Núñez.
En el Maracaná no fue diferente: Flamengo le hizo un gol a Estudiantes a los 15 segundos y a los 8 minutos ya ganaba 2-0, lo que presagiaba una verdadera catástrofe para los platenses. Los futbolistas del Pincha eran espectadores del show ejercido por los de rojo y negro, que también en los 20 minutos iniciales del complemento contaron con varias situaciones para golear.

Flamengo fue demoledor durante gran parte del duelo con el Pincha.
Sin embargo, tanto en un escenario como en el otro las cosas cambiaron. ¿Hubo desidia de los brasileños? ¿Sacaron el pie del acelerador? ¿”Cancherearon” la situación? River tuvo una mejoría en el complemento basada en la verguenza deportiva y el empuje más que en las virtudes individuales y colectivas. Sobre el final alcanzó el descuento y si bien le tocará cerrar como visitante, la sensación del 1-2 no fue la misma que la del 2-0 de la etapa inicial, que incluso se quedó corto. En Río de Janeiro, donde Flamengo había traslado el carnaval desde el Sambódromo al Maracaná, de pronto el Pincha vio un resquicio para resucitar y tuvo diez minutos finales en los que no sólo obtuvo el descuento sino que hasta pudo empatar, algo absolutamente inesperado por lo que el trámite había deparado antes.La ida de los cuartos de final quedó inesperadamente abierta y mostró dos caras: la que estaba en los planes y la inesperada; la de la incontrastable superioridad basada en nombres, calidades y presupuestos de los brasileños y la de la verguenza deportiva de los equipos argentinos que dejaron un mensaje una vez que se salieron de la sala de terapia intensiva: “nunca nos den por muertos”.
