El entrenador falleció a los 69 años tras una vida ligada al fútbol.

“Yo lo tomo como una pasión, me gratifica”. Miguel Ángel Russo jugó el partido de su vida fiel a los ideales y las convicciones que lo caracterizaron durante 69 años. El respeto, la seriedad y la simpleza lo llevaron a ganarse el reconocimiento del mundo del fútbol. Un mundo del fútbol en el que cierta parte de la opinión pública lo cuestionó y hasta buscó responsables a los que señalar ante su determinación de esperar el pitazo final dentro de una cancha, sin comprender que ese era su hábitat natural y que allí encontraba la chispa que enciende el alma: “El hecho de ver rodar la pelota me sanaba más que lo demás”.

“El hecho de ver rodar la pelota me sanaba más que lo demás”.
Desde su debut profesional como jugador en Estudiantes en 1975 siempre estuvo de un lado u otro de la línea de cal, excepto en 2016. Fueron 49 de 50 años de vigencia en un ambiente caracterizado por ser una picadora de carne. Entonces, ¿en dónde más iba a querer estar?
“No fui un necio y un loco al que le daba todo lo mismo, pero mi mente siempre pensó en positivo con respecto a mi muerte”, explicaba Miguelo en 2022, como quien guarda un mensaje dentro de una botella a la espera de que sea descubierto y leído en el momento propicio.

“No fui un necio y un loco al que le daba todo lo mismo, pero mi mente siempre pensó en positivo con respecto a mi muerte”
Su célebre frase “son momentos, son decisiones”, se convirtió en una marca registrada que lo pintó de cuerpo entero. Y hasta el último de esos momentos, Russo tuvo la valentía de decidir…
