En el último debate antes de las elecciones cada candidato se ató al rol más previsible. Milei evitó papelones con respuestas leídas y poco claras aunque mostró la hilacha con sus negacionismos, Massa eludió las peleas y se concentró en propuestas entendibles y Bullrich intentó terciar con frases hechas y subiendo el tono. Schiaretti y Bregman, más relajados, reiteraron sus propuestas.
Seguridad, y en ese momento prometió reducir la edad de imputabilidad hasta los 14 años. Además, rechazó la libre portación de armas, capítulo por el que repitió varios cruces con Milei.
Al respecto del liberal, se mostró moderado. Como quien sabiendo que tiene la ventaja -así lo marcan las encuestas- cuida el arco. No arriesgó; no se mostró desafiante como cuando en el primer debate rechazó la cifra de 30.000 desaparecidos por la dictadura. Pero sí hizo su juego al cruzar y chicanearse con sus rivales, especialmente con Bullrich, a quien eligió ahora como principal punching ball para dejarla fuera del balotaje, y de Bregman, su “enemiga” ideológica natural.
Schiaretti volvió a hacer gala de los resultados como gobernador de Córdoba, algo que ya había hecho en el primer debate y le valió varios comentarios y memes en redes sociales. En tanto que Bregman estuvo menos picante que el domingo anterior, pero no menos firme en sus ideas; de hecho, fue la única de los cinco candidatos que evitó condenar a el ataque de Hamás a Israel.
Con el segundo y último debate concluido, la campaña entra en la recta final. Los cinco candidatos competirán el 22 de octubre en las elecciones generales, y el escenario más probable es un balotaje entre quienes resulten los dos candidatos más votados. Nadie puede saberlo con certeza, y ya las PASO mostraron que en la Argentina de hoy, todo puede pasar.