Además, la situación económica actual ha llevado a una caída del consumo de carne en un 9% comparado con el año anterior.
La reciente sequía que afectó a miles de ganaderos argentinos podría ser solo el comienzo de los problemas para el sector de la carne. Expertos advierten que la posible llegada de La Niña podría sumergir a la industria en una crisis aún más profunda, con consecuencias graves para la producción y el mercado interno.
Durante el año pasado, la demanda de carne se mantuvo alta debido a la sequía, que obligó a muchos ganaderos a vender su hacienda prematuramente. Sin embargo, la situación económica actual, marcada por altos índices de inflación y ajustes constantes, ha llevado a una caída del consumo de carne en un 9% comparado con el año anterior.
Esta disminución en el consumo se atribuye en gran medida a las dificultades económicas que enfrentan los argentinos, quienes ya no tienen margen para soportar aumentos desmesurados en los precios de los alimentos. A pesar de ello, los precios de la carne se mantienen estables en los frigoríficos, ya que la demanda es baja tanto a nivel nacional como internacional.
Sin embargo, el verdadero desafío para la industria ganadera podría venir con la posible llegada de La Niña. Según los expertos, una disminución en la cantidad de hembras en el campo debido a la sequía del año pasado podría resultar en una escasez aún mayor de carne en el mercado.
Los datos del Servicio de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA) muestran una disminución del 2,7% en el stock bovino al cierre del año pasado, con todas las categorías registrando pérdidas significativas. Esta situación, combinada con la amenaza de La Niña, podría llevar a la industria ganadera a una crisis similar a la experimentada durante la convertibilidad, con el cierre de decenas de empresas del sector.