La Iglesia Católica conmemora hoy el Miércoles Santo, concluye la Cuaresma y, al mismo tiempo, termina la primera parte de la Semana Santa, la Semana Mayor. Mañana, jueves, se da inicio al Triduo Pascual, núcleo de las celebraciones litúrgicas de la Iglesia dentro el año.
Miércoles, el Día de la Traición
En este día se recuerda el episodio más oscuro de la vida de Judas Iscariote, el traidor, uno de los Apóstoles. En las Sagradas Escrituras se indica que en la noche del miércoles el Iscariote se reúne con el Sanedrín -tribunal religioso judío- y pacta con sus miembros la manera de entregar a Jesús a cambio de 30 monedas.
El plan para matar a Jesús está en marcha. Por esta razón, muchos se refieren al Miércoles Santo como “el primer día de luto de la Iglesia”.
La traición de Judas genera reprobación y condena
La sola mención del nombre de Judas suscita entre los cristianos una reacción instintiva de reprobación y de condena.
En varios pasajes muestran que la traición se estaba gestando: “Aquel que lo traicionaba”, se dice de él durante la última Cena, después del anuncio de la traición (Mateo 26, 25) y luego en el momento en que Jesús fue arrestado (Mateo 26, 46. 48; Jn 18, 2. 5).
La traición, en cuanto tal , tuvo lugar en dos momentos: ante todo en su gestación, cuando Judas se pone de acuerdo con los enemigos de Jesús por treinta monedas de plata, y después, en su ejecución con el beso que dio al Maestro en Getsemaní.
Se trata, por tanto, de una figura perteneciente al grupo de los que Jesús había escogido como compañeros y colaboradores cercanos. Esto plantea dos preguntas al intentar explicar lo sucedido. La primera, cómo es posible que Jesús escogiera a este hombre y confiara en él.
Es todavía más profundo el misterio sobre su suerte eterna, sabiendo que Judas “acosado por el remordimiento, devolvió las treinta monedas de plata a los sumos sacerdotes y a los ancianos, diciendo: ‘Pequé entregando sangre inocente’ (Mateo 27, 3-4). Aunque luego se alejó para ahorcarse (Mateo 27, 5).