El Frente Amplio vuelve al gobierno. Luego de un proceso de 15 años con tres mandatos que fue interrumpido por Luis Lacalle Pou en 2019, la izquierda uruguaya encabezada por Yamandú Orsi vuelve al poder al derrotar por cinco puntos al al oficialista Alvaro Delgado.
El presidente Luis Lacalle Pou y el propio Delgado reconocieron la derrota y anunciaron el comienzo de la transición de cara a la asunción del 1 de marzo.
Con esta victoria, Yamandú Orsi iniciar un cambio generacional en el liderazgo político de la izquierda uruguaya fundada por los fallecidos Tabaré Vázquez y Danilo Astori y José “Pepe” Mujica que con 90 años y una enfermedad a cuestas se ha mostrado activo durante toda la campaña electoral.
También, esta nueva etapa viene con el Movimiento de Participación Popular de Mujica como el partido hegemónico dentro de la coalición de izquierda que seguramente se quede con la mayoría de los puestos claves del próximo gobierno.
A diferencia de 2019, el Frente Amplio logró recuperar el apoyo perdido en el interior del país y mantener sus dos bastiones Montevideo (territorio de la vicepresidenta Carolina Cosse) y Canelones, gobernado por Orsi
En cambio, en Diputados el bloque de derecha supera por dos bancas a la izquierda, 50 contra 48 escaños con la incógnita de lo que hará el partido Identidad Soberana de Gustavo Salles que se metió en el Parlamento con un discurso anti sistema y una marcada admiración por Javier Milei.
Sin embargo, es probable que la coalición que se mantuvo como sostén del gobierno de Lacalle Pou no se mantenga como fuerza opositora. Guido Manini Ríos, líder Cabildo Abierto, dijo que “no tiene sentido seguir juntos para oponerse” y abre un panorama de negociación en el que el nuevo gobierno puede salir favorecido.
El oficialismo nunca estuvo de acuerdo con la fórmula elegida por el partido de Lacalle Pou y hasta acusaron al presidente de jugar a perder para volver en 2030. Cabe señalar que el jefe de estado deja el gobierno con una buena imagen y está entre los presidentes mejor valorado de la región. Nunca pudo transferir esa imagen y se convirtió en un problema que terminó en la derrota.
Entre los desafíos de Orsi está combinar la estabilidad macroeconómica que dejó Lacalle Pou con políticas sociales destinadas a mejorar el empleo, reducir la pobreza y bajar la brecha de desigualdad. Al mismo tiempo, avanzar en el creciente problema de seguridad y narcotráfico que en estos 5 años se volvió un flagelo que preocupa.