El entrenador reconoció que sus métodos de reclutamiento causan polémica… ¿rozan la falta de códigos?

WANDA NARA, la multifacética mujer del espectáculo que reparte sus roles entre el modelaje, la conducción televisiva, las promociones publicitarias y los problemas con su ex marido Mauro Icardi y la tenencia de sus hijas llevados al extremo mediático, también supo incursionar en la faceta de cantante urbana. Al son de bits de estilo electrónico mezclados con reguetón, generó un par de temas con pretención de hits que tuvieron un efecto efímero.
Uno de ellos es “Bad bitch”, en el que se jacta de su habilidad para cumplir cualquier deseo: “Lo veo y lo quiero. Lo quiero y lo tengo”, repite en dicha composición la blonda, sin pretenciones, nobleza obliga, de convertirse en intérprete virtuosa.
Lejos de intentar ser cantante, el entrenador de River, Marcelo Gallardo, pareció tomar como lema aquella frase sincera y el “Lo veo y lo quiero. Lo quiero y lo tengo” se aplicó a su manera de reclutar futbolistas para el equipo que construye en pos de la obtención de la Copa Libertadores.

Gallardo hizo carne el lema de Wanda Nara: “Lo veo y lo quiero. Lo quiero y lo tengo”.
Muchos cuestionan sus métodos de seducción para lograr gracias a sus llamados personales que los protagonistas no puedan resistirse y se decidan a dar el salto de otros equipos argentinos a la entidad de Núñez.
El caso más patente fue el de Maximiliano Salas, que de manera abrupta y cuando parecía tener todo acordado para continuar en Racing, saltó al Millonario por la ejecución de la cláusula de casi 9 millones de dólares. El delantero recibió la propuesta de parte del propio Muñeco y optó por emigrar.

Gallardo lo fue a buscar y lo convenció: Salas, a River con polémica.
La situación levantó polvareda y fue el mismísimo presidente Académico, Diego Milito, el que declaró con vehemencia: “Entiendo que es su práctica habitual la de llamar a los jugadores, entiendo que no es el único que lo hace, pero no significa que esté bien. Yo no lo haría. Sobre todo cuando nosotros teníamos un acuerdo con el jugador y él sabía por su presidente que Racing no lo quería negociar”. El pasado domingo fue Gallardo quien dio su opinión ante la atmósfera de cuestionamientos que generó su accionar: “La palabra de Salas era la más importante y él se expresó. Él vivió todo el proceso y me parece que su palabra era la más valiosa. Después, si entramos en una disputa…”.
Pero el Muñeco no se quedó ahí e hizo más amplio su concepto para mostrarse más firme que nunca: “Hablaron demasiado, poco me importan las opiniones externas, me tiene sin cuidado. No me preocupa en absoluto. Sé lo que soy y cómo me comporto, que es sin hipocresía. Pueden decir lo que quieran. A mucha gente no le gusta cómo me manejo, pero poco me importa”. Otros casos
El “Lo veo y lo quiero. Lo quiero y lo tengo” le rindió cuantiosos frutos al entrenador convertido en prócer riverplatense. Allá lejos en el tiempo, en 2017, se produjo el arribo de Ignacio Scocco por la ferviente insistencia del DT que lo quería para reemplazar a Sebastián Driussi, vendido a Rusia. La negociación con Newell’s fue dura pero se resolvió a su favor, a cambio de casi 3 millones de dólares.
Franco Armani, convertido luego en leyenda del arco por sus 10 títulos con River, llegó a Figueroa Alcorta y Udaondo por la insistencia de Napoleón y la ejecución de la cláusula impuesta por Atlético Nacional de 4 millones de dólare. Pero el mayor esfuerzo, también por expreso deseo del entrenador, fue la de Lucas Pratto, adquirido a San Pablo nada menos que por 11,5 millones de la moneda estadounidense.

Armani y Pratto, dos que Gallardo quiso sí o sí y los tuvo.
Ya en los últimos tiempos, la lista de incorporaciones que se materializaron por expresa solicitud de Gallardo y por su propia intervención para dialogar con los protagonistas incluye a campeones del mundo como Gonzalo Montiel, Marcos Acuña y Germán Pezzella.
Como un Jesús futbolero que obra milagros y convence con sus sermones, el técnico chasqueó sus poderosos dedos y las aguas del Mar Rojo y Blanco se abrieron para facilitar la llegada de otras piezas rendidas a los pies del gurú de la táctica y la motivación: Fabricio Bustos y Maxi Meza hicieron todo lo que tuvieron a su alcance y más para que la experiencia multisensorial de ser dirigidos por Gallardo se convirtiera en realidad y lo lograron tras intrincadas y honerosas negociaciones con Inter de Porto Alegre y Monterrey, respectivamente.
El regreso de Driussi por la friolera de 10 millones de dólares y después de un extenso período de incertidumbre porque Austin fue un hueso duro de roer es otro de los casos testigo de que lo que Gallardo idealiza, inexorablemente se da.

Gallardo junto con otros dos concretados deseos: Driussi y Montiel.
De aquí a los próximos días se convertirían en realidad los reclutamientos de Juan Carlos Portillo y Matías Galarza Fonda, otros dos imprescindibles de Talleres que ya se obsesionaron por la posibilidad de vestir la casaca blanca y roja para darle otro gusto al Muñe. Un gusto caro, eso sí: entre 9 y 11 millones de dólares por ambos.
“Creemos que hasta ahora no hemos podido llegar a un acuerdo, pero con buena voluntad de ambas partes se va a acordar. Más allá del deseo de los futbolistas de querer jugar con nuestra camiseta valida que estemos en instancias finales, esperemos que se pueda resolver de la mejor manera para ambos clubes”, sostuvo el hombre que no parece conocer de negativas.
Juanfer Quintero y otro roce con Racing
Con la inminente firma de Juanfer Quintero, virtualmente nuevo jugador de River por segunda vez, se producirá una suerte de reencuentro entre padre e hijo, tal es la profunda relación que une al colombiano con el adiestrador con el que vivió tiempos de gloria.
Otra vez, el efecto magnético made in Gallardo se pondrá de manifiesto y hará que el Cafetero cumpla su anhelo, más allá del pacto de caballeros que había firmado tácitamente con Racing -otra vez Racing-, de no retornar a Núñez tras su salida a América de Cali por temas familiares. “Esperamos resolver la situación de Juanfer, está bastante avanzado, estamos en esa espera”, había dicho el pasado domingo.“Lo veo y lo quiero. Lo quiero y lo tengo”. Marcelo Gallardo no tiene absolutamente nada que ver con Wanda Nara, más allá de levantar como bandera la letra que la famosa influencer intentó convertir en éxito musical. Pero hay un gesto que es todo un símbolo y que ningún otro DT de la Argentina lleva adelante: está presente en todas las firmas de los jugadores que se integran a su equipo, como manera de demostrar que de principio a fin su imponente figura es omnipresente.
